Anemia en el embarazo, ¿para que sirve el hierro?

¿Por qué es fácil sufrir anemia durante un embarazo? ¿Cómo corregirla?

Anemia en embarazo
Controlar los niveles en sangre durante el embarazo es fundamental
La anemia es la complicación hematológica más frecuente durante el embarazo, y también lo es en el parto y puerperio.

En general, la anemia en el embarazo produce un aumento de la frecuencia de partos prematuros, fetos de bajo peso para su edad gestacional y de la mortalidad perinatal. Por ello, es importante el control de la embarazada desde las primeras semanas de embarazo para comprobar su estado y en su caso tomar medidas respecto a la dieta o posibles suplementos que puieran ser necesarios.

En el embarazo el volumen sanguíneo aumenta un 45%, aunque en algunos casos llega al 80%, este aumento es superior al aumento de los glóbulos rojos, produciendose una "disolución" de los mismos, es decir, hay menos glóbulos rojos en la sangre al haber más volumén, esto es llamado a veces "anemia fisiológica de la embarazada", con una disminución de 3-5 puntos en el valor de hamatocrito.

Causas de anemias en el embarazo:

  • Anemia por déficit de hierro en el embarazo.
  • La carencia de ácido fólico es la principal causa de anemia de tipo megaloblástica y se asocia con malformaciones del tubo neural (espina bífida, hidrocefalia, etc).
  • La talasemia afecta a determinadas familias.

    El hierro solo representa menos del 0,01% del peso corporal total, pero cumple funciones muy importantes: participa en el transporte de oxígeno y anhídrido carbónico, forma parte de los glóbulos rojos, forma parte de proteínas musculares e interviene en la respuesta inmune. La lactoferrina contenida en la leche protege al lactante de enteritis por Escherichia Coli. Unos dos tercios del hierro corporal se encuentran en las moléculas de hemoglobina, transferrina y mioglobina.

    Durante el embarazo se necesita un gramo. Las necesidades de hierro elemental son de 1,5-2 mg/día al principio para llegar hasta 5-7 mg/día al final del embarazo. La mitad  se usa para aumentar el volumen sanguíneo, el resto se usa en el desarrollo y crecimiento fetal y placentario o se pierde por la excreción aumentada de hierro de la gestación.
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